Reconociendo la Nueva Faceta del Hambre

abril 4, 2017

Hemos llegado a una triple carga de malnutrición, con una de cada tres personas del mundo con sobrepeso o desnutrición y 795 millones viviendo en condición de hambre extrema. Dos mil millones sobreviven con dietas que carecen de los nutrientes vitales necesarios para un desarrollo saludable y otros 1,400 millones sufren de un consumo excesivo de alimentos altamente energéticos. Los sistemas mundiales de alimentos no sólo no nos mantienen a todos alimentados, sino que no nos mantienen saludables.

A primera vista, hemos logrado progresos increíbles para asegurar nuestro suministro mundial de alimentos. El Banco Mundial ha informado que el número de personas que viven en condición de hambre extrema se redujo al 11% de la población mundial, un 19% menos que en 1990. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) esto se logró debido a que el aumento de la oferta redujo los precios mundiales de los alimentos por quinto año consecutivo en 2016. En la búsqueda por aumentar sintéticamente los rendimientos y alimentar a nuestra creciente población con productos más baratos, no nos detuvimos a considerar el valor nutricional de nuestros alimentos.

Fuente: Modelo Internacional para el Análisis de Políticas y Comercio Agrícola (2017)

La desnutrición es el principal factor de riesgo en la carga mundial de morbilidad. Los niveles de subnutrición y de hambre están disminuyendo lentamente, especialmente en África donde el número de niños que sufre de retraso en el crecimiento alcanza los 58 millones, pero aumenta cada año en 500,000. El mundo en desarrollo podría salvar cuatro millones de vidas al año para 2050 si el consumo de frutas, verduras y carne roja, así como la disponibilidad total de calorías, se ajusta a los niveles recomendados. Al mismo tiempo, las tasas de sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta como la diabetes, se han duplicado en los últimos 35 años. El costo financiero de la desnutrición se ha calculado en 3.5 billones de dólares anuales, lo cual es equivalente al costo del tabaquismo, la violencia armada, la guerra o el terrorismo.

Sabemos que el aumento de la población y las preferencias cambiantes hacia dietas más concentradas en proteínas significan que los agricultores necesitan duplicar la producción de calorías desde los niveles de 2005, si queremos alimentar al mundo en 2050. Pero ¿por qué cambian las dietas? En pocas palabras: la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición se están desplazando hacia nuestras ciudades. La rápida urbanización, especialmente en los países en desarrollo, se ha convertido en una tendencia crítica que determinará el futuro de la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial. Los consumidores urbanos son más propensos a consumir dietas desequilibradas, pesadas en alimentos procesados altos en calorías, grasas saturadas, azúcares refinadas y sal, pero bajos niveles de fibra y micronutrientes, como hierro y zinc. Por desgracia, estos alimentos pobres en nutrientes son a menudo los más accesibles.

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Fuente: Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (2017)

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Las dietas modernas han sido moldeadas por factores ambientales como la disponibilidad y la comercialización agresiva de alimentos procesados y de comida rápida rica en energía y pobre en nutrientes. Afortunadamente, esta tendencia está cambiando, ya que los consumidores demandan alimentos más saludables y nutritivos. Los productores de alimentos multinacionales, como Walmart, Dole, Smuckers y PepsiCo, modificaron 179,600 productos para reducir el nivel de ingredientes como la sal, el azúcar y las grasas saturadas en 2016, frente a las 84,000 reformulaciones del 2015. Los cereales integrales y las vitaminas también se aumentaron en un 25% para impulsar el perfil nutricional de los alimentos en todo el sector.

La agricultura y los sistemas alimentarios deben aportar mucho más que los alimentos: necesitan aprovechar su potencial para mantener la salud y el bienestar de nuestras poblaciones. El tiempo para impulsar los rendimientos y salvar al mundo de la inanición ha terminado. Ahora debemos comenzar a proporcionar alimentos nutritivos para el mundo que puedan ser sostenidos ambiental y económicamente para la salud y supervivencia de la humanidad. ¿Cómo lograrlo? Cambiando hacia sistemas agrícolas sustentables, que incluyan pesticidas y fertilizantes naturales basados en Nim, que no sólo nutran nuestros cuerpos con alimentos orgánicos saludables, sino que también nutran el suelo, las plantas, el medio ambiente y los animales con ingredientes saludables, no tóxicos y naturales. Cuando la humanidad vive en armonía con la naturaleza, todo y todos se benefician y se mantienen saludables.

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Fuente: Organización de las Naciones Unidas e Instituto Global McKinsey (2016)