En los últimos meses, los líderes políticos y empresariales del mundo han hecho fuertes compromisos fundamentales para la vida humana y la prosperidad – acabar con la pobreza extrema para 2030 y limitar el calentamiento global a 2˚C por encima de los niveles pre-industriales.
Hay una nueva agenda mundial para desarrollar avanzados sistemas de educación y de salud en todo el mundo, proporcionar una vida decente para una población en crecimiento y construir infraestructura urbana y rural reforzada por tecnología sustentable. En términos financieros, la nueva agenda requiere un billón de dólares en inversión global.
Por lo tanto, ahora es el momento de hacer el 2016 “el año de las finanzas verdes”, con los inversionistas más importantes del mundo (representando $20 billones en riqueza combinada) reunidos en las Naciones Unidas de Nueva York la semana pasada para enfocar sus esfuerzos en proyectos de energía limpia, poner freno al aumento de emisiones de carbono y garantizar un suministro sostenible de los recursos.
Emisiones de Carbono / Miles de Años
Fuente: The National Aeronautics and Space Administration (NASA), 2015.
La buena noticia es que vamos por buen camino. Las inversiones en energía verde y en las tecnologías para disminuir el CO2 han visto un incremento sextuplicado desde el 2004, generando un total de $330 mil millones en 2015, de los cuales $41mil millones fueron invertidos Bonos Verdes para financiamientos de infraestructuras sostenibles en las regiones en desarrollo. Esto también ha demostrado ser rentable; catorce fondos con más de $1 billón en activos pudieron haber ahorrado $22 mil millones en el mismo periodo si hubieran cambiado sus inversiones de empresas de alto impacto de carbono a empresas que recibieron al menos 20% de sus utilidades de los mercados medioambientales o de energía limpia.
Una solución discutida en el Foro Económico Mundial (WEF) y la COP21 sobre el cambio climático fue la fijación de los precios del carbono. Este programa ofrece una oportunidad “ganar-ganar” para el ambiente y la economía, con la utilidades ayudando a balancear los presupuestos, impulsando la generación de empleos y reduciendo la desigualdad a nivel mundial.
La Coalición para la Descarbonización de las Carteras de Inversión (Portfolio Decarbonization Coalition, PDC), una iniciativa en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y los más importantes administradores de fondos y activos, anunciaron el mes pasado que más de $600 mil millones de dólares en valores fueron destinados a la de-carbonización. Esto es 6 veces más el objetivo original de la coalición y es un claro indicio de hacia dónde va el dinero inteligente.
Otra oportunidad viable para restablecer los niveles de carbono en la atmósfera, es la reforestación. La degradación de bosques y la deforestación producen el 15% de las emisiones de los gases de efecto invernadero del planeta.
Fuente: “Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales 2015”, FAO.
La conservación, recuperación y desarrollo de los bosques deben jugar un rol significativo en cualquier esfuerzo exitoso para evitar el peligroso cambio climático. La siembra de árboles puede producir cultivos con alto valor como sustento de vida mientras fortalecen el medio ambiente al que llamamos hogar. De acuerdo con la ONU, la inversión en agricultura es una de las estrategias más importantes y efectivas para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza en las economías en desarrollo.
Para alcanzar estas enormes y demandantes metas, se requiere de recursos financieros, humanos y tecnológicos por encima de los de los gobiernos y las organizaciones internacionales. Los inversionistas necesitan saber cómo es que el impacto de las cambiantes finanzas y del medio ambiente pueden afectar a compañías y sectores específicos, así como a la vida en general. La solución recae en la inversión directa en proyectos sustentables y el distanciamiento de las riesgosas prácticas de nuestro pasado. Los intereses empresariales y las iniciativas para construir un mundo mejor, están jalando en la misma dirección. Esto ya no se trata tan solo de responsabilidad social corporativa; el desarrollo sostenible se está convirtiendo en una parte integral del modelo económico mundial.