¿Cómo es que la Agricultura Orgánica Fortalece la Seguridad Alimentaria Mundial?

marzo 30, 2017

“La agricultura orgánica tiene el potencial de asegurar un suministro global de alimentos al igual que lo hace la agricultura convencional actualmente, pero con la ventaja de generar un menor impacto ambiental”.

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación

Nuestro actual sistema alimentario mundial es ineficaz y peligroso para la salud mundial y el medio ambiente. Hemos maximizado la productividad, sin tomar en cuenta las inmensas consecuencias mundiales, para alimentar a la creciente población mundial. Y aún así, la seguridad alimentaria mundial sigue siendo un desafío considerable. En este tiempo de crecimiento exponencial de la población, degradación ambiental y la desaceleración de los rendimientos en la agricultura convencional, la agricultura orgánica y sustentable ofrece una solución significativa y potencialmente salvadora.

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El cambio global hacia prácticas orgánicas y agroecológicas tiene una gran oportunidad de aumentar la seguridad alimentaria mundial y de erradicar el hambre de una vez por todas. Esta es ciertamente una visión no convencional y con visión de futuro. Durante décadas, la agricultura convencional se ha basado de sustancias sintéticas para proteger los cultivos y salvaguardar los rendimientos. Estos métodos salvaron a más de mil millones de personas de hambre durante la primera revolución verde de los años 1960 y mucha gente cree que miles de millones morirían de hambre si nos alejamos de la agricultura convencional. Sin embargo, estas prácticas de uso intensivo de químicos sintéticos, están mostrando señales de un severo impacto y debilidad; muchas instituciones académicas y agrícolas están explorando la viabilidad de un cambio a gran escala a los productos orgánicos, con resultados prometedores.

El estudio sobre Sistemas de Agricultura del Instituto Rodale es el más grande ejecutado en América que compara a la agricultura orgánica y la química. La investigación comenzó en 1981 para examinar lo que sucede durante la transición de la agricultura sintética convencional a los sistemas orgánicos que utilizan biopesticidas naturales más seguros. Después de una disminución inicial en los rendimientos durante los tres primeros años de transición, el sistema orgánico pronto rebotó para igualar, y en algunos casos superar, el sistema convencional. Estos casos se desarrollaron durante años de sequía, donde los rendimientos de maíz orgánico fueron 31% más altos que los convencionales. Esto es notable cuando se considera que las variedades “resistentes a la sequía” genéticamente modificadas experimentaron incrementos de hasta un 13.3% con respecto a los métodos convencionales. Aunque sólo aumentaron los rendimientos en 1/3, estos sistemas orgánicos eran tres veces más rentables que los sistemas convencionales, ofreciendo un rendimiento neto promedio de $559 dólares por acre por año frente a $190 para el sistema convencional. Después de la primera década de investigación, el estudio se centró en el crecimiento potencial a largo plazo y el impacto de ambos sistemas.

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Muchas instituciones de todo el mundo están llegando a conclusiones similares. El Instituto de Investigación para la Agricultura Orgánica en Suiza, a través de investigaciones revisadas por pares de más de 200 fincas en América del Norte y Europa, concluyó que los rendimientos orgánicos eran el 80% de los obtenidos por las parcelas convencionales, durante un período de 21 años. Otros estudios muestran una brecha aún más estrecha. La Universidad de California en Davis encontró que los rendimientos de trigo orgánico produjeron el 97% de los rendimientos convencionales, mientras que los rendimientos de maíz y soya orgánicos fueron del 94%. En el caso de los tomates orgánicos las diferencias de rendimiento fueron nulas.

El Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias del Banco Mundial evaluó el impacto de una conversión a gran escala hacia la agricultura orgánica y encontró que los rendimientos aumentarían en África, Asia y América Latina, donde vive la mayoría de las personas que pasan hambre del mundo. Esta afirmación está respaldada por muchos proyectos de desarrollo internacional en todo el mundo. Uno de los cuales, de la Universidad de Essex, analizó datos de 9 millones de fincas en 30 millones de hectáreas y encontró que los rendimientos aumentan en un promedio de 93%. Un estudio de siete años realizado en el distrito de Maikaal, en la India, en el que participaron 1,000 agricultores que cultivaron 3,200 hectáreas de tierra, indicó que los rendimientos de algodón, trigo, chile y soya eran hasta un 20% más altos en granjas orgánicas que en sus homólogos convencionales.

A medida que nos enfrentamos a las presiones de un crecimiento exponencial de la población, de la degradación ambiental y de la disminución de los rendimientos, requeriremos sistemas que puedan adaptar y mitigar estos desafíos mientras producen alimentos sanos y nutritivos. El hecho de que un cambio global hacia prácticas orgánicas y agroecológicas tenga una profunda oportunidad de aumentar la seguridad alimentaria global en algunas de las regiones más afectadas del mundo es realmente significativo. Mediante el uso de biopesticidas y fertilizantes naturales basados en Nim, estos sistemas orgánicos pueden florecer y prosperar a nivel mundial sin los impactos perjudiciales, ambientales y de salud que van de la mano con la agricultura sintética. Esto nos permite combinar la sabiduría tradicional con las innovaciones ecológicas para crear un sistema alimentario verdaderamente sustentable que priorice los rendimientos, la viabilidad económica, el uso de energía, el impacto ambiental y la salud humana.