Los inversionistas de todo el mundo se están movilizando en torno al resurgimiento económico de Brasil. Las muy esperadas reformas pro-empresariales han fortalecido las perspectivas a largo plazo del país, han atraído niveles récord de inversión extranjera directa y han sentado las bases para un sistema más globalizado que se beneficie del aumento del proteccionismo observado en otras economías desarrolladas de todo el mundo.

El Presidente de Brasil, Michel Termer, lo manifestó con toda claridad durante su discurso inaugural en la 72ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. A diferencia de la tradición histórica de Brasil, Temer es visto ahora como un líder verdaderamente global. Criticando el surgimiento del proteccionismo como una solución a las dificultades económicas, citó los propios esfuerzos de Brasil para restablecer el crecimiento a través de reformas basadas en el mercado, destinadas a abrir el acceso al comercio y a la inversión. Destacando de manera puntual la importancia inmediata de la cooperación internacional en materia de cambio climático, refiriéndose a las iniciativas de reforestación en la Amazonía, expresó también posiciones claros sobre Corea del Norte, Venezuela y el conflicto entre Israel y Palestina.

Hace menos de un mes, los comentarios se centraron principalmente en la difícil situación política de Brasil y en cómo los escándalos afectarían las reformas. Ahora más y más personas están tratando de entender de dónde viene el reciente repunte en la economía. El crecimiento económico está regresando a Brasil con el producto interno bruto aumentando 0.2% en el segundo trimestre de 2017, el segundo período consecutivo de crecimiento trimestral en más de tres años. Brasil tiene cuentas externas sólidas, ayudadas por un superávit comercial de casi 50,000 millones de dólares en lo que va del año. La inversión extranjera directa ha alcanzado los impresionantes $81 mil millones en los últimos 12 meses. Alrededor de $1.1 mil millones han sido destinados a acciones brasileñas, el nivel más alto en cinco años, con un desempeño prometedor. El índice Bovespa subió un 22% en moneda local, con un 4.5% más para los inversionistas extranjeros gracias al avance del Real frente al dólar estadounidense. La inflación ha descendido a un mínimo en una década de 3.6%, lo que permite al Banco Central reducir las tasas de interés a 8.5%, fortaleciendo aún más la economía. El Banco Central de Brasil ha aumentado sus proyecciones de crecimiento para el país en 2017 en un 1%. El Bank of America Merrill Lynch incluso ha duplicado sus pronósticos de crecimiento para 2018 de 1.5% a 3%.

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Déficit de Cuenta Corriente Actual vs Déficit Fiscal de Brasil (% de PIB)

Fuente: Haver Analytics, Financial Times (2017)

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La razón detrás de este avivamiento es bastante simple. La confianza en Brasil está a la alza. La administración de Temer ha reunido un gran equipo de reformadores pro-mercado y pro-crecimiento, entre los cuales destacan Henrique Meirelles en el Ministerio de Finanzas, Ilan Goldfajn en el Banco Central y Pedro Parente en Petrobras. Con este equipo, se pusieron en marcha las reformas: la limitación del gasto público para estabilizar las cuentas públicas, la implementación de un sistema de pensiones justo en los sectores público y privado, así como la racionalización de las leyes laborales para cambiar la economía en función de los mercados (en vez de con la política gubernamental). Estas reformas palidecen en comparación con la reforma histórica que se votó a principios de este mes, que promete poner fin a los préstamos subvencionados en el país. Esto ha costado infamemente al contribuyente brasileño decenas de millones de reales cada año, impidió el desarrollo de los mercados de crédito funcionales y frenó la inversión. Es más, la agenda de reforma ahora está avanzando independientemente de cualquier desafío que afronte Brasil. ¿Por qué? Parece ser un cambio monumental hacia el centro-derecha en toda la sociedad y la política.

Es importante recordar que Brasil está fortalecido por los fuertes y competitivos cimientos de Brasil que hacen del país un destino de inversión emocionante. Incluso después de dos años de recesión, la economía brasileña representó cerca de la mitad del PIB de Sudamérica con $2.4 billones de dólares en 2016. Esto se ve reforzado por el enorme entorno de recursos de Brasil, que ofrece las mayores reservas de agua dulce del mundo, más de 300 millones de hectáreas de tierras de cultivo cultivables y un mercado interno de más de 200 millones. Como uno de los graneros del mundo, la agricultura es la estrella de la economía brasileña. Los pronósticos agrícolas de la OCDE y la FAO esperan que Brasil sea el mayor exportador de productos agrícolas del mundo para 2020. Brasil ya es el mayor exportador mundial de productos como el azúcar, el café, el jugo de naranja, el mineral de hierro y es uno de los más grandes de la carne, maíz y pulpa.

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Tasa de Interés Objetivo de la Política Monetaria  (SELIC)

(promedio mensual, porcentaje)

Fuente: Fondo Monetario Internacional (2017)

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Todos los mercados emergentes tienen un camino desafiante por delante. La diferencia con Brasil es que el país ya ha iniciado con los cambios necesarios para impulsar el crecimiento y acrecentar la confianza de los inversionistas. Con reformas en el déficit presupuestario, cambiando las leyes laborales obsoletas, bajando los impuestos sobre el flujo de capital entrante, aumentando el acceso a los mercados de crédito y eliminando la corrupción, este es el comienzo de una era más conservadora y próspera para Brasil. Estamos convencidos de que el país se consolidará como un vehículo de diversificación viable, lucrativo y emocionante.